LA MINISTRACIÓN (DIAKONÍA)
Por tanto, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor.
2 Corintios 7:1 |
INTRODUCCIÓN
La Biblia enseña que "la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Pr. 4:18), lo que muestra que el cristiano después de nacer de nuevo (Ef.4:24), debe experimentar un proceso constante de perfección para alcanzar la estatura del varón perfecto y gozar de la vida abundante que Jesucristo ha prometido a sus hijos (Jn. 10:10). La vida abundante, muchas veces es estorbada por problemas que existen en el interior del cristiano: espíritu, alma y cuerpo, como producto de contaminaciones experimentadas en cualquier etapa de nuestra existencia (Jn. 9:1-2, Gn. 8:21, Sal. 25:7, Sal. 51:5), e incluso por herencia de nuestros ancestros (1 P. 1:18); por lo que es necesaria la Ministración. El éxito depende principalmente de Dios, y generalmente, de la persona que se ministra (Hch. 19:18, Stg. 5:16, Mt. 3:6).
DESARROLLO
La palabra ministración se origina del griego diakonía, que significa: servicio, contribución, ayuda o asistencia (Strong 1248). De allí, que es una ayuda para la limpieza, liberación (de ataduras), restauración y prosperidad, es decir, el perfeccionamiento del ser integral: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Es importante recalcar que es un proceso, ya que existen áreas en la vida del cristiano que deben ser rendidas al Señor, para caminar agradablemente delante de Él. Dichas áreas impiden y atan su desarrollo espiritual (Jn. 11:43-44). Sin embargo, el Señor provee los medios para ser libres de todo lo que estorbe ese perfeccionamiento.
1. FACETAS DE LA MINISTRACIÓN
a. Oír, 1 Samuel 1:12,17. La persona que se ministra muchas veces necesita que solamente se le escuche cuando expresa su condición.
b. Consejería, Rut 3:1-6. Es necesario aconsejar conforme a la Palabra de Dios (1 P. 4:11), a quien se ministra para ayudarlo a salir de su problema; para ello es importante que la oveja sepa escuchar (Ro. 10:17), para alcanzar su sanidad.
c. Re-entrenar el alma, Salmos 103:2. Básicamente es una orientación (Ef. 4:28-32), para entrar a un proceso de reprogramación del alma, para Dios.
d. Liberación, Marcos 1:34. Cuando la persona abre puerta en su alma a demonios y espíritus inmundos, su alma puede ser atacada de diferentes formas para hacerla caer en un proceso de degeneración, que sino se ministra a tiempo, su fin es la muerte espiritual. Los pasos del proceso de degeneración son:
i. Opresión: Causada por espíritus inmundos que manipulan los sentimientos, pensamientos y emociones activando recuerdos, miedos y problemas pasados (1 S. 16:14).
ii. Obsesión: Pueden ser ideas (malas) fijas que impiden la entrada de ideas "buenas" (1 S. 16:23).
iii. Compulsión: El enemigo puede llegar a tener control de la mente, sentimientos, voluntad y puede producir alucinaciones o delirios (Jue. 16:16).
iv. Posesión: Se da en los inconversos y en la persona que ha apostatado irreversiblemente, ya que los demonios toman el cuerpo, alma y espíritu (1 S. 18:10).
Únicamente es por el poder de Dios y la guianza del Espíritu Santo que en algunos casos se muestra la necesidad de liberar a la persona.
2. ¿CÓMO MINISTRA DIOS?
Dios utiliza diferentes medios para limpiar el espíritu, alma y cuerpo de toda contaminación, maldición, atadura o cualquier cosa que impida el fluir del Espíritu Santo, veamos:
a. La Sangre de Cristo, Hebreos 13:12; 1 Pedro 1:2. Derramada para salvación del espíritu y rociada para la restauración del alma.
b. El bautismo en agua, Romanos 6:3-6. Es la primera ministración al alma. El hombre viejo es reducido a la impotencia, como Goliat, con el golpe de la piedra lisa en la frente, (1 S. 17:49), que se debe destruir en el proceso de la vida diaria (1 S.17:51).
c. La Mesa del Señor o Santa Cena, 1 Corintios 11:23-26. Fortalece, sana y da vida, cambiando la genética.
d. La Palabra, Juan 15:3. Libera y limpia por el poder de Dios que obra a través de ella.
e. La alabanza ungida, 1 Samuel 16:16, 23. Libera.
f. La prueba y el sufrimiento, Job 42:1-6; Santiago 1:12. Descubre lo oculto del corazón para ponerlo a los pies del Señor.
g. La comunión, 1 Juan 1:7. Por medio de la cual andamos en la luz y por la sangre de Cristo que limpia de pecado.
h. La Confesión, Proverbios 28:13. Indica que el que encubre su pecado no prosperará, más el que lo confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Esta faceta es una de las más importantes y efectivas, en la que se a algún ministro de la Iglesia o a las personas delegadas para ello (Jn.13:5-14), para que escuche la confesión e interceda ante Dios (Stg. 5:15), y luego olvide lo escuchado (Gn.41:51; Lv. 24:5-9), para no juzgar al hermano (Mt.12:7). Se debe recordar que Dios escucha la confesión y es Él quien hace la obra en la vida. (2 Cr. 7:14).
3. ¿QUÉ SE CONFIESA?
a. Pesos, Hebreos 12:1. Se deben confesar las cosas que no son pecado, sino pesos que estorban, para correr hacia el Señor (He. 12:1), como daños, tentaciones, conflictos, etc.
b. Pecados, Santiago 5:16. Es confesar los pecados cometidos (Pr.28:13), de manera que Dios vaya destruyendo toda atadura, acusación o tentación que quiera hacer caer de nuevo al cristiano.
CONCLUSIÓN
La ministración es un proceso que debemos buscar continuamente para disfrutar la vida abundante que Dios tiene para nosotros (Jn. 10:10). La ministración es ayuda de Dios para suplir las necesidades de nuestro ser para ser hallados irreprensibles en la venida de Jesucristo (1 Ts. 5:23).
La Biblia enseña que "la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Pr. 4:18), lo que muestra que el cristiano después de nacer de nuevo (Ef.4:24), debe experimentar un proceso constante de perfección para alcanzar la estatura del varón perfecto y gozar de la vida abundante que Jesucristo ha prometido a sus hijos (Jn. 10:10). La vida abundante, muchas veces es estorbada por problemas que existen en el interior del cristiano: espíritu, alma y cuerpo, como producto de contaminaciones experimentadas en cualquier etapa de nuestra existencia (Jn. 9:1-2, Gn. 8:21, Sal. 25:7, Sal. 51:5), e incluso por herencia de nuestros ancestros (1 P. 1:18); por lo que es necesaria la Ministración. El éxito depende principalmente de Dios, y generalmente, de la persona que se ministra (Hch. 19:18, Stg. 5:16, Mt. 3:6).
DESARROLLO
La palabra ministración se origina del griego diakonía, que significa: servicio, contribución, ayuda o asistencia (Strong 1248). De allí, que es una ayuda para la limpieza, liberación (de ataduras), restauración y prosperidad, es decir, el perfeccionamiento del ser integral: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Es importante recalcar que es un proceso, ya que existen áreas en la vida del cristiano que deben ser rendidas al Señor, para caminar agradablemente delante de Él. Dichas áreas impiden y atan su desarrollo espiritual (Jn. 11:43-44). Sin embargo, el Señor provee los medios para ser libres de todo lo que estorbe ese perfeccionamiento.
1. FACETAS DE LA MINISTRACIÓN
a. Oír, 1 Samuel 1:12,17. La persona que se ministra muchas veces necesita que solamente se le escuche cuando expresa su condición.
b. Consejería, Rut 3:1-6. Es necesario aconsejar conforme a la Palabra de Dios (1 P. 4:11), a quien se ministra para ayudarlo a salir de su problema; para ello es importante que la oveja sepa escuchar (Ro. 10:17), para alcanzar su sanidad.
c. Re-entrenar el alma, Salmos 103:2. Básicamente es una orientación (Ef. 4:28-32), para entrar a un proceso de reprogramación del alma, para Dios.
d. Liberación, Marcos 1:34. Cuando la persona abre puerta en su alma a demonios y espíritus inmundos, su alma puede ser atacada de diferentes formas para hacerla caer en un proceso de degeneración, que sino se ministra a tiempo, su fin es la muerte espiritual. Los pasos del proceso de degeneración son:
i. Opresión: Causada por espíritus inmundos que manipulan los sentimientos, pensamientos y emociones activando recuerdos, miedos y problemas pasados (1 S. 16:14).
ii. Obsesión: Pueden ser ideas (malas) fijas que impiden la entrada de ideas "buenas" (1 S. 16:23).
iii. Compulsión: El enemigo puede llegar a tener control de la mente, sentimientos, voluntad y puede producir alucinaciones o delirios (Jue. 16:16).
iv. Posesión: Se da en los inconversos y en la persona que ha apostatado irreversiblemente, ya que los demonios toman el cuerpo, alma y espíritu (1 S. 18:10).
Únicamente es por el poder de Dios y la guianza del Espíritu Santo que en algunos casos se muestra la necesidad de liberar a la persona.
2. ¿CÓMO MINISTRA DIOS?
Dios utiliza diferentes medios para limpiar el espíritu, alma y cuerpo de toda contaminación, maldición, atadura o cualquier cosa que impida el fluir del Espíritu Santo, veamos:
a. La Sangre de Cristo, Hebreos 13:12; 1 Pedro 1:2. Derramada para salvación del espíritu y rociada para la restauración del alma.
b. El bautismo en agua, Romanos 6:3-6. Es la primera ministración al alma. El hombre viejo es reducido a la impotencia, como Goliat, con el golpe de la piedra lisa en la frente, (1 S. 17:49), que se debe destruir en el proceso de la vida diaria (1 S.17:51).
c. La Mesa del Señor o Santa Cena, 1 Corintios 11:23-26. Fortalece, sana y da vida, cambiando la genética.
d. La Palabra, Juan 15:3. Libera y limpia por el poder de Dios que obra a través de ella.
e. La alabanza ungida, 1 Samuel 16:16, 23. Libera.
f. La prueba y el sufrimiento, Job 42:1-6; Santiago 1:12. Descubre lo oculto del corazón para ponerlo a los pies del Señor.
g. La comunión, 1 Juan 1:7. Por medio de la cual andamos en la luz y por la sangre de Cristo que limpia de pecado.
h. La Confesión, Proverbios 28:13. Indica que el que encubre su pecado no prosperará, más el que lo confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Esta faceta es una de las más importantes y efectivas, en la que se a algún ministro de la Iglesia o a las personas delegadas para ello (Jn.13:5-14), para que escuche la confesión e interceda ante Dios (Stg. 5:15), y luego olvide lo escuchado (Gn.41:51; Lv. 24:5-9), para no juzgar al hermano (Mt.12:7). Se debe recordar que Dios escucha la confesión y es Él quien hace la obra en la vida. (2 Cr. 7:14).
3. ¿QUÉ SE CONFIESA?
a. Pesos, Hebreos 12:1. Se deben confesar las cosas que no son pecado, sino pesos que estorban, para correr hacia el Señor (He. 12:1), como daños, tentaciones, conflictos, etc.
b. Pecados, Santiago 5:16. Es confesar los pecados cometidos (Pr.28:13), de manera que Dios vaya destruyendo toda atadura, acusación o tentación que quiera hacer caer de nuevo al cristiano.
CONCLUSIÓN
La ministración es un proceso que debemos buscar continuamente para disfrutar la vida abundante que Dios tiene para nosotros (Jn. 10:10). La ministración es ayuda de Dios para suplir las necesidades de nuestro ser para ser hallados irreprensibles en la venida de Jesucristo (1 Ts. 5:23).
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